martes, 24 de abril de 2012

LURTON "CUESTA DE ORO" 2006, cuando la verdejo se hace mayor




Desde hace ya unos cuantos años podemos encontrarnos en comercios y grandes superficies con muchos vinos blancos elaborados con la variedad verdejo, 100% verdejo de la D.O. Rueda en Castilla y León, llegando incluso a ser la uva blanca de moda en España. Restaurantes, vinotecas, comercios e incluso bodegas se apuntaron a esta moda de vender esa verdejo, fresca y a la vez seca, con gran personalidad y capacidad para el envejecimiento en barrica. Y lo más importante, calidad a un muy buen precio. Pero tal y como nos enseñó Andy Warhol, las repeticiones o las monotonías tienden al aburrimiento… vinos blancos de verdejo sin personalidad por doquier, y os tengo que confesar que el presente que escribe es un damnificado de esta omnipresencia. Así que, después de bastante tiempo sin “tocar” ninguna botella de verdejo, decidí abrir una del blanco Hermanos Jacques & François Lurton “Cuesta de Oro” 2006 del que tenía muy buenas referencias. Lo tenía guardado desde hace un par de años en mi cava, y os puedo asegurar que satisfizo amablemente mis pretensiones. Estos años en reposo le han venido de perlas. Se nota que no se le ha echado mano a esas levaduras seleccionadas y aromatizantes artificiales, que transforman esos matices propios de esta variedad para transformarlos en recuerdos tropicales, o incluso un pequeño aporte de sauvignon blanc o viura, ya que según la reglamentación del consejo regulador de esta denominación, no necesariamente un monovarietal de verdejo tiene que tener el 100% de la misma. Así es, como mínimo debe tener un 85% de verdejo y el resto de viura, palomino fino y/o sauvignon blanc, las restantes variedades blancas autorizadas en esta Denominación de Origen. Es como un pequeño engaño, ¿verdad?

Los hermanos Lurton, Jacques & François, son los responsables de un proyecto que comienza en 1992 con muchas ambiciones en Rueda, más concretamente en Villafranca de Duero, de dónde es la parcela Cuesta de Oro, de dónde proceden las uvas del vino del que os voy a hablar. Bajo la marca Lurton, son propietarios de bodegas en varios países: Argentina, Francia, Chile, Portugal y España. Sin embargo, la sociedad de estos dos hermanos se rompe. Todo cambia en el año 2007 cuando François, adquiere la mayoría de las acciones a su hermano, convirtiéndose en el accionista mayoritario de esta gran empresa, pasando desde la añada 2008 a llamarse François Lurton y este vino, Hermanos Lurton “Cuesta de Oro”.
Con este vino, buscan la verdadera personalidad de un 100% verdejo con el toque justo de madera en estas excelentes tierras de cultivo para la vid. Son los mejores terrenos, los más apropiados para esta variedad, es como un chablis grand crú de verdejo del que estos apasionados se enamoraron para elaborar blancos en España, convencidos de la buena predisposición para producir excelentes vinos, colocándolos entre los mejores de toda Europa. Su elaboración la llevan a cabo como si fuera un chablis tradicional, sin que sobresalga la madera sobre la fruta, dando un vino con elevada acidez y abundantes notas minerales, pero siempre en la línea de la elegancia. Debido sus magníficas cualidades, es preferible su consumo a partir de los 4 o 5 años después de la vendimia, ya que por su alta acidez puede resultar algo austero en su juventud, proporcionándonos un maravilloso ramillete de sensaciones placenteras si lo dejamos madurar correctamente.

En su vinificación, después del prensado neumático, la verdejo con una edad media de 15 años, se macera durante unas 12 horas con sus hollejos impidiendo la fermentación mediante tratamientos de frío. A esto se le llama maceración pelicular, y dota al vino de más cuerpo y a la vez enriquece las sensaciones en nariz y en boca. Debido a la mayor extracción de taninos, su evolución en botella es más lenta y positiva, otorgándole una vida más larga. Si a esta técnica le unimos una fermentación alcohólica en barricas nuevas de roble francés, además de una crianza posterior en barricas sobre lías muy finas durante otros 6 meses con aireaciones regulares, nos encontramos con un blanco de mayor carácter frutal y estructura, es decir, un blanco de los que yo llamo polivalentes, que le va bien tanto a un pescado como a una carne blanca acompañada con una salsa suave… y con la característica adicional de que lo podemos guardar algunos años para algo especial.

Catado a unos 12 grados de temperatura, este vino se nos muestra con un atuendo amarillo muy vivo y enérgico con reflejos dorados muy intensos que nos recuerda a esos lingotes de oro de las películas antiguas de robos de bancos. En copa su agilidad es un poco densa advirtiéndonos de su buena estructura. Es un color evolucionado debido posiblemente a su añada, pero conserva esa brillantez de un vino joven, es decir, nos avisa de una excelente acidez que podría acompañarlo durante algunos años más.


En nariz ratifica lo visto en copa. Sí, este verdejo se ha hecho mayor, y de qué manera!! Intensidad, profundidad, finura y elegancia. Destacan en su justa medida aromas evolucionados de una madera de calidad que se manifiesta con perfumes de vainillas y canelas (inciensos), y en segundo plano una fruta madura amarilla, un poco amielada, sobre un fondo de flores marchitas y de finas lías. Al parecer, con el paso del tiempo, la fruta de la noble verdejo ha dejado paso a una madera bien definida y fragante que no sobresale de forma molesta.
En boca es potente, cremoso, sedoso, amplio y lleno de matices, con recuerdos claros de vainillas, especies y fruta dulce, acompañados por una acidez todavía muy firme y caballerosa. Persistencia estupenda con alusiones minerales que ratifican una nota estupenda.
Es armónico, sabio y complejo. Un vino para “pensar” sin prisas, en silencio, o tal vez levemente acompañado de una buena melodía de Charles Aznavour… una gozada!!


sábado, 7 de abril de 2012

TINTO DULCE ALBERITE 2009, el vino chuchería de Bodegas Regantío.




Que las tierras de Cádiz dan excelentes vinos dulces no es un secreto. Son los que proceden principalmente del Marco de Jerez, mundialmente conocidos, creams, pale creams, médiums, Pedro Ximenez, moscateles… llamados dulces naturales o generosos de licor, procedentes únicamente de variedades blancas. Pero la tipología del vino del que os voy a hablar, el tinto dulce, es casi inexistente por estas tierras. No recuerdo, ahora mismo, ningún vino tinto dulce elaborado por una bodega de la provincia gaditana, a excepción de uno de la bodega de Arcos de la Frontera, llamada Bodegas Regantío, que con su Tinto Dulce Alberite 2009 añade otra “especie” a los Vinos de la Tierra de Cádiz.





Como recordatorio histórico, el “tinto dulce” surgió en el levante español, más concretamente en Alicante, con el nombre de Fondillón a partir de la tradicional uva local monastrell asoleadas sobre cañizos durante dos o tres días. Como anécdota, se dice que este vino fue el primero que dio la vuelta al mundo en el interior de las naves elegidas para el descubrimiento de América. Actualmente, junto con el maravilloso Fondillón, existen en España tintos dulces en el Priorato, el Ampurdán, Valencia, Requena, Jumilla, Yecla, Almería, Tenerife, Madrid, y otros puntos del mapa español. Internacionalmente son muy famosos los de Oporto, Sur de Francia, Austria, Rumanía, la Isla de Elba y la Toscana italiana, por nombrar algunos.

 Tratando el vino que nos toca, se trata de un vendimia tardía de fermentación natural, y aquí tenemos la explicación de cómo se consigue este dulce. Gracias a que las uvas se vendimian dos o tres meses más tarde, se consigue una sobremaduración de las mismas, aportando un plus de azúcares que, dependiendo de la valoración del enólogo, dejará como azúcar residual (125grs/litro aprox.) en la fase fermentativa, obteniendo así un vino tinto dulce. Este en concreto, está elaborado con las variedades cabernet sauvignon, tempranillo, syrah y merlot, consiguiendo un caldo estructurado y complejo, que puede cerrar muy bien una comida como postre. Su nombre “Alberite”, proviene del nombre de la carretera en dónde se encuentra la Bodega Regantío que une las localidades gaditanas de Arcos y Villamartín, cercana al yacimiento arqueológico dónde se encuentra un dolmen, siendo también el nombre de un pueblo riojano próximo a Logroño con una larga tradición vinícola.

En cuanto a la bodega, os puedo contar que fue la primera que sacó al mercado un vino tinto en Andalucía con su “Regantío Viejo”, dejando constancia de su afán innovador en tierra de generosos. Es una bodega familiar que siempre busca la calidad en todo lo que hace, superándose año tras año, para ofrecernos la diversidad y generosidad de sus terroirs. Están metidos de lleno en un proyecto gastronómico para ofrecernos la posibilidad de celebrar en un salón para más de 400 personas bodas, comuniones, bautizos, comidas de empresas, etc.; o también un restaurante con comida variada de la zona, o cursos de cata de vinos para iniciados.
Cuando probé este vino por primera vez el año pasado en la II Muestra de Vinos Tintos de la Provincia de Cádiz celebrada en El Puerto de Santa María (Cádiz), me trasladó rápidamente al levante español, recordándome a esos concentrados y robustos tintos dulces con aires mediterráneos de esas cálidas tierras, elaborados únicamente con la autóctona monastrell, para mí la variedad idónea para esta tipología de vino. Son vinos intensos en las tres fases del análisis (vista, olfato y gusto), dónde la fruta es la protagonista principal, y los actores secundarios pasan casi desapercibidos, sólo detectados ahondando muy profundamente en la complejidad intrínseca del vino.

Cata personal de este tinto Alberite 2009:
Desde el principio llama la atención su botella, con una capacidad de 50 cl. y un diseño inusual con un cuello muy largo, parecido a algunas de orujo o aguardiente. Su vestido es precioso, serio, de color rojo cardenalicio brillante pero no muy cubierto, aunque algo denso, dejando lágrimas remolonas cayendo por el cristal de la copa.
Nariz de marcado carácter frutal, más concretamente de mermelada de fresones y arándanos, compleja en aromas primarios (los de la uva) de frutos negros del bosque (ciruelas negras) y recuerdos de hollejo post-maceración. Expresa la esencia de la uva, concentrado, meloso.
En boca es sedoso, sabroso, dulce, carnoso, frutoso, untuoso, algo cálido por sus 16 grados de alcohol, concentrado, tánico y persistente, dejándonos un final en boca parecido al sabor de un caramelo de moras y al cacao negro amargo.


Es un vino que puede tener mucho público por su expresión amable y dulzona, pero no es muy conocido. Es como ya lo denominé anteriormente en otra entrada el “vino chuchería de Bodegas Regantío”, y a un precio imbatible, en torno a los 6€.
Tiene la habilidad de poder consumirse a lo largo de todas las estaciones del año. En verano, un poco más fresquito de lo normal (en torno a los 9 grados) como postre después de una comida ligera; en invierno (a unos 13 grados) románticamente con tu pareja junto a una chimenea para entrar en calor. O para los que les gusta arriesgar, en maridajes con platos complejos, como por ejemplo jabalí o ciervo con salsa de arándanos, o con quesos cremosos o azules dónde se podría conseguir la armonía perfecta. Todo es cuestión de gustos y opiniones.