jueves, 16 de agosto de 2012

BODEGA F.J. RUIZ, historia de Chiclana de la Frontera.





Hoy toca hablar sobre los vinos de Chiclana de la Frontera, tan próximos pero tan desconocidos para mí. Desde muy pequeño siempre he oído hablar sobre los vinos de esta localidad, de sus finos y sus moscateles, siendo los más nombrados junto a los generosos jerezanos. Y hoy en día están a la baja, tanto por las circunstancias económicas presentes que sufre el país como por el peso popular de los anteriormente mencionados caldos del Marco de Jerez. Podría referirme a los vinos chiclaneros como la cenicienta de este hermoso cuento que, quién sabe, en un futuro, espero que no muy lejano, pueda convertirse en princesa de los generosos de la tierra de Cádiz.

Dando una vuelta por las proximidades del centro de Chiclana de la Frontera, me topé por casualidad con una pequeña tienda de vinos, de nombre “El Rincón del Vino”. Esta tienda pertenece a la Bodega F.J. Ruíz donde se exponen todos los vinos que se elaboran en dicha bodega, tanto en botellas como “a granel”. Detrás del mostrador un hombre mayor, de unos 80 años, de personalidad simple y bonachona, pero sabio y con un gran corazón. Su nombre es Diego Ruíz Aragón, y es el culpable de la gran calidad que poseen los vinos de esta bodega. Es muy fácil hablar con él porque te da tranquilidad y transmite esa sabiduría de la gente antigua. Me cuenta la historia de la bodega con relatos antiguos claves en la vida de los vinos de Chiclana. Relato tras relato, me va mostrando la tienda, pequeña pero coqueta, suficiente para albergar las botellas en venta junto con unas 6 botas de vino de 50 litros cada una para vender directamente “a granel” a los clientes que traigan garrafas. Pasamos seguidamente a las entrañas, la trastienda o bodega donde descansan las botas colocadas en hileras, una encima de otras, según el tradicional sistema de envejecimiento por soleras o criaderas. A su lado, la sala de fermentación y un pequeño cuarto de embotellado y etiquetado. Cabe destacar la extrema limpieza en toda la instalación, de las más limpias que he visitado, concepto tan importante para hacer buenos vinos. Todo muy manual y artesano, como a mí me gusta.

 Tengo que mencionar que todos los vinos de esta bodega pertenecen a la D.O. Jerez-Xeres-Sherry, tal y como se demuestra en su precinto de seguridad. Es como un requisito si quieren pertenecer al círculo de calidad de los vinos del Marco de Jerez. En el triángulo que conforman las poblaciones del Marco de Jerez deberían también de incluirse, ya por méritos propios, a Chiclana de la Frontera y a Chipiona, tal y como comentaba mi buen amigo Guillermo en la última entrada de su blog. Como en muchas denominaciones de origen, se exige por parte del consejo regulador el cumplimiento de muchas normas y reglas, siempre relacionadas con gastos económicos que, por desgracia, no son afrontables por muchas pequeñas bodegas con ingresos mínimos que terminan desapareciendo. Este fue uno de los muchos temas que traté hablando con Diego.


También se habló de la historia de esta bodega, creada en 1897 y vinculada a la familia Ruiz y a la historia de la ciudad de Chiclana.
Llega el momento tan deseado, la cata de todos sus vinos. Su gama va desde el fino hasta el dulce viejo, y la joya de la bodega… un dulce moscatel muy muy viejo con una solera de más de 80 años, ahí queda eso.

-     Fino “Zahorí”: Color amarillo pálido, cristalino y brillante. En nariz es punzante, salino, perfumado, con recuerdos a flores blancas. Paladar seco y fresco, muy expresivo, persistente, con aromas francos de levaduras de la solera. Alcohol= 15%.
Es un fino de Chiclana diferente, de excelente calidad, que pasaría en una cata a ciegas como una buena manzanilla de Sanlúcar de Barrameda. Lo recomiendo encarecidamente.
Además, la historia de la solera de este buen fino surgió de la historia de Chiclana. Más adelante os cuento.


-     Amontillado Fino “La Parra”: Color pardo, cristalino, con reflejos cobrizos. Nariz fragante y fina con aromas que evocan a los frutos secos tostados, madera vieja y desván. Boca sedosa, ligera, expresiva, con un final muy persistente. Alcohol= 17%.
Buen amontillado.




-     Cream “El Abuelo Fernando”: A la vista es de color caoba con reflejos ambarinos. Nariz sedosa y dulzona, nariz de oloroso. Boca con entrada dulce, prosigue seco y termina muy persistente. Alcohol= 18%.





 




-     Moscatel “El Dorado”: La copa se viste con un juvenil vestido amarillo dorado, brillante y denso. En nariz es potente con aromas de dulcedumbre, pastelería (cremas), fruta amarilla escarchada y balsámicos. En boca se muestra sedoso, goloso, denso, persistente, y con un final que recuerda a la galleta tostada y a la miel de abeja. Alcohol= 18%.




-     Moscatel “El Viejo Dorado”: Bonito color rojo inglés oxidado con reflejos yodados, denso y lagrimoso. Nariz licorosa, pasificada, tostada, penetrante. Boca poderosa, potente, dulce, licorosa, ácida, calurosa y muy persistente. Alcohol= 18%.
Buen postre para terminar una comida.

-     Moscatel “Gran Reserva 1930”: Saca limitada de una añada que seguro es más antigua de la que señala, pero que se indicó como homenaje al año de nacimiento de Diego Ruíz Aragón. No quiero ser muy atrevido pero tendría cabida entre los excelentísimos dulces V.O.R.S. de Jerez en los que desearía con todas mis ganas que se parase el tiempo. En copa se muestra muy denso, alcohólico y con abundante lágrima. Tiñe la copa al moverla y presenta un color caoba oscuro con ribetes yodados, muy opaco. Nariz fina y delicada, nada empalagosa, pero intensa y profunda, encantadora. Encontramos uvas pasas, higos secos y cáscara de naranjas. También bombones licorosos de café y recuerdos de ebanistería. Boca exquisita, muy dulce y sedosa, equilibrada con una acidez impresionante que le depara una larga vida. Licores anteriormente señalados que empapan toda la boca terminando con un postgusto muy largo. Impecable y sensacional. Alcohol= 18%.

Retomo la historia del fino “Zahorí”:

La solera de donde procede este fino está vinculada a la figura del artesano chiclanero Pepe Marín, dueño y creador de la Fábrica- Museo de Muñecas Marín, cuyas muñecas, las flamencas que decoraban las televisiones y salones de toda España, fueron muy famosas a nivel internacional. Al parecer, este personaje tenía una gran afición aparte de su trabajo con las muñecas, la de hacer vino de Chiclana. Poseía una pequeña bodega cerca del río Iro, en el centro del pueblo. Así comienza la historia de la solera de este fino, Zahorí, como el nombre de una de sus muñecas. Pero todo cambió en el año 1965, en una importante riada del Iro que inundó casi la totalidad del pueblo, provocando un gran desastre a nivel local. Desgraciadamente, se perdió casi toda la solera de este fino y fue Diego Ruíz, empleado por entonces en algunas labores de esta bodega, el que con mucha paciencia y profesionalidad, empezó de cero, desde el mosto, para crear lo que es hoy en día la flor o madre del actual Fino Zahorí. Mucho trabajo, rellenando cada bota con 100 litros hasta conseguir la madre perfecta, una flor que los antiguos consideran incluso mejor que la desaparecida en antaño, de más calidad.

Respeto, admiración y tradición es lo que me llevo de esta bodega de grandes maestros bodegueros que en su cuarta generación, dirigida por Fernando Ruiz, tiene que adaptarse a los días actuales teniendo siempre presente su historia… es ley de vida si se quiere sobrevivir.

Como colofón a este post, os dejo las letras del himno al vino de Chiclana, compuesto por Miguel Ángel Argüez e interpretada con un tanguillo por Antonio Alemania de forma magistral:

Los placeres de la tierra
El vino que hay en mi tierra tiene la hondura de una campana
y el ímpetu del levante en el pelo negro de mis paisanas
y una copita pone en tus labios un sol y una sinfonía
y dos copas dan lecciones de charla y filosofía
¡y a la tercera te arrancas por alegrías!  
Cuenta la historia que cuando el fenicio en su barco a esta tierra llega
se fue corriendo a Chiclana pa celebrarlo en una bodega.
De la brisa, las nubes y del dorado que tiene el sol
son los placeres de la tierra pa´l paladar y pa´l corazón
Anda y llena tu vaso que vamos a brindar  
¿Qué tendrá, compañero, este vino?  

por la huerta y la playa, las viñas y la mar  
¿Qué tendrá que me sabe divino?  

Si el güisqui viene de Escocia y el ron viene de la Habana...
¡El vino de to la vida siempre en Chiclana, siempre en Chiclana!
Mi vino tiene la tierra y el verde fresco de los vergeles,
las trenzas de los viñedos y el pozo en calma de los toneles.
Algunos dicen que el vino fino es el más recomendao
y otros prefieren el dulce moscatel saboreao
¡Y hay otros que, como yo, los dos rebujaos!
Porque si los fanfarrones nunca pasaron del Puente Suazo
que porque Napoleón se entretuvo en Chiclana con unos vasos.
De la tierra rojiza, del agua clara y del cielo añil
son los placeres de la tierra, son los tesoros del buen vivir
Anda y llena tu vaso que vamos a brindar  
¿Qué tendrá, compañero, este vino?  

Por la huerta y la playa, las viñas y la mar  
¿Qué tendrá que me sabe divino?  

Pa’l almuerzo, pa’l tapeo, la tertulia o la jarana
¡El vino de to la vida siempre en Chiclana, siempre en Chiclana!
¡Siempre en Chiclana, siempre en Chiclana!
 

2 comentarios:

  1. Enhorabuena, amigo! Me ha encantado esta entrada. ¡Que ganas de visitar esa bodega y charlar con esa gente sabia, que nos enseña a amar el vino! Y sobre todo, ¡que ganas de probar esos vinos que tanto te han impresionado!

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    1. Gracias Vicente!
      Apuntala en tu agenda de visitas para el próximo verano, jejeje.
      Vas a tener que extender tus vacaciones aquí en Cádiz.
      Un abrazo amigo.

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