martes, 27 de diciembre de 2011

BARBAROSA 2010, excelente rosado.

El vino sobre el que hoy voy a escribir es un rosado, el primer rosado de este blog, y va a ser de Cádiz, más concretamente de la zona de Arcos de La Frontera, bajo la denominación de Vino de la Tierra de Cádiz. Se trata de nuestro BARBAROSA 2010, 100% syrah de los viñedos del empresario valenciano Vicente Taberner, de la bodega familiar Huerta de Albalá, donde trabaja como comercial mi buen amigo Guillermo Manuel Villena, administrador también del blog Y de vinos, qué? (muy aconsejable su lectura), a través del cual conseguí esta botella (gracias Guillermo). Huerta de Albalá (que por cierto, es una de las que tengo pendiente visitar) es la bodega insignia en la provincia gaditana, en cuanto a calidad, ubicada en una zona privilegiada con un microclima muy especial, consiguiendo vinos que muestran las raíces de la zona, su terruño.


Bodega Huerta de Albalá, en Arcos de la Frontera, Cádiz (España).


Este vino rosado tiene la particularidad de que ha sido criado o madurado durante 3 meses sobre sus lías. Y ustedes os preguntaréis… ¿qué es eso de crianza sobre lías? Así que, ahí va la explicación. La crianza de un vino sobre sus lías no es un método simple de vinificación y mucho menos barato. Todo lo contrario. Su elaboración requiere paciencia y delicadeza para dar como resultado ese vino con una personalidad peculiar. Para entenderlo mejor, voy a explicar primero el significado de “lías”.
Las lías son los sedimentos o heces que aparecen en el fondo de los recipientes después de la fermentación del vino. Principalmente son las levaduras muertas, ácidos no solubles y restos vegetales de la uva. En la crianza sobre lías, que no es lo mismo que la fermentación con sus lías, estas pasan junto con el vino ya fermentado a la barrica para que estas transfieran al vino características singulares. Ya depende del enólogo el tiempo en contacto con estas, corriendo el riesgo de aportar aromas no deseables al vino, como por ejemplo los olores a sulfhídrico (huevos podridos) o a agua estancada. Para que esto no ocurra, las lías finas deben hallarse oxigenadas a través no sólo de los poros de la madera, sino también gracias al bâtonnage, técnica que ya expliqué en una anterior entrada. La crianza sobre lías aporta al vino más cuerpo y densidad en boca, expresividad, equilibrada con la elegancia, untuosidad y estructura semejantes a las de un vino criado en roble. Esto ocurre porque las levaduras muertas acaban consumiendo el oxígeno; mientras estas levaduras se van autodegradando, se origina la liberación de macromoléculas, que son las que dan una mayor riqueza grasa y una sensación más golosa al vino, beneficiándose de una menor oxidación, es decir, vinos que aguantan más en botella.

Esta técnica, muy utilizada hoy en día, aunque es antigua, estaba destinada prácticamente a los vinos blancos, pero también se está empleando en la elaboración de los rosados, teniendo sus opositores. Estos defienden el hecho de que una prolongada crianza en barrica con sus lías reduce las características típicas de un rosado de toda la vida: finura y frescura. Particularmente, pienso que hay gustos para todos y vinos para todos los gustos…

La syrah es la única variedad con la que está elaborado este rosado, como ya indiqué anteriormente, la misma con la que se hacen sus tintos que han cogido tanto prestigio en el ámbito nacional (Taberner Nº1, Taberner y Barbazul), siendo la variedad dominante en los coupage (ocupa el 60% de los viñedos), y otorgándoles esa particular personalidad propia en todos sus vinos.

Entrando de lleno en el vino que nos ocupa, llama la atención en primer lugar su preciosa botella, de diseño, alta, estrecha y sin hombros. Está entre las germanas tipo Rihn y las de icewine (como las “Vi de Gel” de Gramona). Totalmente transparente, incluida la etiqueta, con un grabado en relieve del nombre de la bodega, dejando a la vista un precioso color rojo sandía, límpido y lleno de fuerza… te tienta para que la abras. Al descorcharla y escanciarla en la copa, nos muestra su vestido brillante de alta costura… rojo rubí con
tonalidades cardenalicias; me recuerda a los tintos borgoñones de pinot-noir, tremendamente cristalino. En nariz, un abanico de sensaciones placenteras: profundidad y frescura, fruta roja (frambuesas), sandía, nísperos, piruleta, chicle, regaliz rojo… Lo mejor viene en la boca, se nos presenta con fuerza, tiene estructura, es poderosa, envolvente, con recuerdos de fruta roja y piruleta, especiada (propia de la syrah)… aromas intensos y persistentes que te dejan en la lengua cosquillas, con un final algo amargoso y juguetón con recuerdos a tabaco y caucho quemado. Sólo le faltarían taninos para ser un gran vino tinto. Excelente vino rosado, de los mejores que he probado. Llegará lejos, seguro.
Podría ser un vino muy indicado para cenas con mucha gente, ya que es un rosado que por su estructura y complejidad, se adapta bien a muchos tipos de platos (carne, pescado, pasta, ensaladas…). Un vino rosado para pasar estas entrañables fiestas…
                        
                             ¡¡Salud y Felices Fiestas!!


domingo, 11 de diciembre de 2011

REMELLURI Rva. 2006, clasicismo y modernidad.




Volvemos hablando sobre tintos después de varias entradas dedicadas a vinos del Marco de Jerez, y lo hacemos a lo grande, regresando a La Rioja Alavesa, para descubrir la magia y la tradición de una de las bodegas más antiguas de La Rioja. Porque hablar de La Granja de Nuestra Señora de Remelluri es hablar de la historia de una vida, de una casa, de una finca, de una familia, de La Rioja. No es de las bodegas más antiguas, aunque puede ser el lugar donde se elaboró vino por primera vez en La Rioja. Eso sí, desde el momento en que pusieron su primer vino en el mercado, después de la reconversión de la granja monástica de Toloño (Labastida), se ha convertido en un referente de la región y de toda España.

No voy a explayarme en los detalles históricos porque así lo hace muy bien en su web, pero tengo que subrayar que es una de las primeras bodegas riojanas que se asemeja a los chateaux bordeleses, rodeada de sus propios viñedos (105 hectáreas), respetando el medio ambiente, sin la utilización de productos químicos (están actualmente en conversión a viñedo ecológico con productos biodinámicos). Tienen también unas tres hectáreas de viñedos con variedades blancas francesas (viognier, roussanne, marsanne, chardonnay y sauvignon blanc), que forman parte en la elaboración del magnífico blanco barrica.



Pero el vino sobre el que vamos a tratar no es su blanco barrica, sino su tinto Remelluri Reserva 2006, que es el más conocido de esta bodega. Su vinificación es muy tradicional: vendimia totalmente manual en cajas de 20 kilos, selección manual en campo y mesa, pisado del sombrero, fermentación maloláctica en tinos de madera de más de 150 años con levaduras autóctonas y parte en barricas, trasiegos manuales, clarificación con clara de huevo,… Todo para que el vino se exprese libremente, porque según la filosofía de la bodega, sus vinos deben ser fieles a su casta y origen, es decir, deben tener “su propia alma”.


Y mucha culpa de esto la tiene el inquieto y siempre motivado Telmo Rodríguez, que después de llevar a cabo su proyecto “Compañía de Vinos Telmo Rodríguez”, vuelve a su casa, a Remelluri, para ser el encargado de llevar a cabo una seria transformación de esta bodega familiar, principalmente en el viñedo, que es dónde a él le gusta trabajar el vino. Telmo vuelve 12 años después a sus orígenes, ha madurado y quiere inculcar sus ideas a la filosofía de la bodega. Seguro que lo hará bien!!

Este vino en su añada 2006, está elaborado con tempranillo mayoritariamente, con un leve aporte de graciano y garnacha. El suelo sobre el que están plantadas estas vides son terrazas calizas pobres, de naturaleza arcillo-calcárea, con una roca madre que aflora por zonas. Esto claro, dota al vino de mayor complejidad y aporta rasgos minerales que se pueden percibir en la cata. Para su envejecimiento se opta por la utilización de barricas de roble francés (70%) y americano (30%) durante 17 meses, siendo embotellado en Mayo del 2008.  



La cata nos depara todo un mundo de sensaciones. Desde la fruta roja madura a los recuerdos de cuero curtido, desde los aromas florales (violetas) a la vainilla del roble francés, de lo clásico a lo moderno. La elegancia es su percha, y la frescura la bondad de su añada. Los taninos marcados esperan al final para expresarse jóvenes, algo verdes, dejándonos la boca limpia y seca, indicativo también de su larga vida por delante si es debidamente conservado, y augurando una madurez que reflejará otras sensaciones placenteras. Todo esto y mucho más dentro de una botella de vino, un gran vino de La Rioja.
Espero que os guste, y si tenéis la ocasión, haceros con una botella. Es un vino que no defrauda.
Hasta la próxima amigos!!