Hace ya tiempo que quería probar este vino blanco, o en realidad, probar el único vino embotellado de la provincia de Cádiz, elaborado con la variedad autóctona perruno, casi en la desaparición. Me refiero al vino blanco joven de cultivo ecológico (el primer blanco ecológico de la provincia) de un precioso pueblo de la sierra gaditana, de Olvera, con el nombre de Lagar Ambrosio (nombre del lugar dónde se elabora), cuyas uvas son recogidas entre la última semana de septiembre y la primera de octubre, es decir, de vendimia tardía o de vendange tardive como dicen los franceses. Procede de una pequeña parcela de apenas tres hectáreas, en dónde empieza el sueño de dos hermanos, Jose Antonio y Ana Bocanegra Párraga, que después de la muerte de su padre Antonio, apodado Ambrosio, decidieron dar el paso de embotellar el vino que
se servía, y se sigue aún sirviendo, en el tabanco de su propiedad llamado Bodega Ambrosio, punto de encuentro de los olvereños, donde pasan un buen rato bebiendo buen vino de la zona. Este bonito sueño comienza en 1982, cuando Antonio Bocanegra decide echar mano a ese pequeño viñedo que le dejó su padre en herencia para hacer mosto, invirtiendo en maquinaria y barricas para su elaboración y empezar a venderlo por copas, o mejor dicho vasos, en su negocio que era el tabanco del pueblo. Con los valores del esfuerzo y del respeto por el medio ambiente y por los productos naturales, logran sacar este vino singular, siendo en el banquete de la boda de su hija Ana, donde se presentó ante el público, en un acto cariñoso como homenaje a su padre y a su trabajo hecho realidad.
Pero la gran protagonista de este post es la variedad perruno, muy presente el pasado siglo en la sierra gaditana, pero que a día de hoy sólo podemos encontrarla en estas tres hectáreas de la familia Bocanegra y poco más. Su nombre tan singular le viene de sus malas condiciones para realizar vino a granel en grandes cantidades, ya que es una variedad de muy bajos rendimientos y de vendimia tardía, siendo poco rentable, a no ser que se empleen las técnicas y maquinarias adecuadas para la elaboración de un vino con unas características específicas. Se la compara o relaciona con otras variedades blancas españolas como la albillo, la pardillo o pardina, o la blanca del país castellana, o con la gual canaria, aunque no está demostrado, y se le considera actualmente como una variedad autóctona de la sierra gaditana.
Su cata:
Este vino blanco de 12,5% de alcohol se nos presenta amarillo pálido y brillante, cristalino, con irisaciones de oro virgen. Al mover la copa se muestra algo denso (no demasiado), dejando algunas lágrimas en copa.
Nariz de mediana intensidad, algo cerrada al principio, pero después se nos abre mostrándonos algo de cítricos como el limón verde o la lima, piña en almíbar, cierto dulzor (lichis), flores marchitas, fondo mineral, elegante. Debido a la mediana intensidad de sus aromas, nos obliga a meter varias veces la nariz en la copa para detectar esos aromas algo escondidos. Con todo ello, es un vino interesante en nariz que tiene su propia personalidad, algo que me gusta mucho.
En boca tiene una entrada no muy seca, con una acidez integrada y un recorrido algo denso pero con ritmo, sin quedarse atrás. Final algo amargoso, dejándonos recuerdos cítricos y minerales persistentes.
Un vino que, aún siendo de vendimia tardía, no desarrolla ese “dulzor adicional” propio de estos vinos que concentran más azúcar para su elaboración. La óptima maduración de esta uva se consigue después de verano a diferencia de otras uvas tempranas como la tradicional tempranillo o la afamada pinot-noir.
Y personalmente, creo que ese es el camino que debe seguir la zona de vinos de la provincia gaditana… recuperar las variedades autóctonas. Junto a la mencionada perruno, podemos nombrar a las variedades beba, temprana, rey, montua o montuo tierno, tintilla de Rota, grazalema, etc. Son uvas de nuestra cultura, de la cultura vinícola de nuestro pueblo, de nuestra tierra, de nuestro terroir como dicen los franceses. Son vinos terroir que nos hablan de la tierra de dónde han salido, vinos con sentimiento y raíces que nos cuentan como es el clima, sus lluvias, sus vientos… aunque cuidado, no significa que siempre salga un buen vino de una uva autóctona; se debe interpretar la variedad para elaborarla de la forma adecuada, con las técnicas adecuadas, con el conocimiento adecuado,… pero este es el camino correcto para la diferenciación en pos de la globalización universal de vinos que nos llevan a la conclusión de que todos se parecen a todos, el aburrimiento de la pluralización.
Saludos gaditanos!!
Hace un año que lo bebí, creo. Me pareció fascinante porque es diferente. No es fácil. El paso en boca es denso y me acuerdo que daba a piel de naranja.
ResponderEliminarEnhorabuena por el comentario. Excelente la información y el análisis, y muy bien redactado. Me he permitido citaros en mi blog vinoencasa.
ResponderEliminarNo encuentro este vino. Sabéis si ha cerrado la bodega?
ResponderEliminarlo puedes comprar en Olvera, en Bodega Ambrosio
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