El vino sobre el que hoy voy a escribir es un rosado, el primer rosado de este blog, y va a ser de Cádiz, más concretamente de la zona de Arcos de La Frontera, bajo la denominación de Vino de la Tierra de Cádiz. Se trata de nuestro BARBAROSA 2010, 100% syrah de los viñedos del empresario valenciano Vicente Taberner, de la bodega familiar Huerta de Albalá, donde trabaja como comercial mi buen amigo Guillermo Manuel Villena, administrador también del blog “Y de vinos, qué?” (muy aconsejable su lectura), a través del cual conseguí esta botella (gracias Guillermo). Huerta de Albalá (que por cierto, es una de las que tengo pendiente visitar) es la bodega insignia en la provincia gaditana, en cuanto a calidad, ubicada en una zona privilegiada con un microclima muy especial, consiguiendo vinos que muestran las raíces de la zona, su terruño.
Bodega Huerta de Albalá, en Arcos de la Frontera, Cádiz (España). |
Este vino rosado tiene la particularidad de que ha sido criado o madurado durante 3 meses sobre sus lías. Y ustedes os preguntaréis… ¿qué es eso de crianza sobre lías? Así que, ahí va la explicación. La crianza de un vino sobre sus lías no es un método simple de vinificación y mucho menos barato. Todo lo contrario. Su elaboración requiere paciencia y delicadeza para dar como resultado ese vino con una personalidad peculiar. Para entenderlo mejor, voy a explicar primero el significado de “lías”.
Las lías son los sedimentos o heces que aparecen en el fondo de los recipientes después de la fermentación del vino. Principalmente son las levaduras muertas, ácidos no solubles y restos vegetales de la uva. En la crianza sobre lías, que no es lo mismo que la fermentación con sus lías, estas pasan junto con el vino ya fermentado a la barrica para que estas transfieran al vino características singulares. Ya depende del enólogo el tiempo en contacto con estas, corriendo el riesgo de aportar aromas no deseables al vino, como por ejemplo los olores a sulfhídrico (huevos podridos) o a agua estancada. Para que esto no ocurra, las lías finas deben hallarse oxigenadas a través no sólo de los poros de la madera, sino también gracias al bâtonnage, técnica que ya expliqué en una anterior entrada. La crianza sobre lías aporta al vino más cuerpo y densidad en boca, expresividad, equilibrada con la elegancia, untuosidad y estructura semejantes a las de un vino criado en roble. Esto ocurre porque las levaduras muertas acaban consumiendo el oxígeno; mientras estas levaduras se van autodegradando, se origina la liberación de macromoléculas, que son las que dan una mayor riqueza grasa y una sensación más golosa al vino, beneficiándose de una menor oxidación, es decir, vinos que aguantan más en botella.
Esta técnica, muy utilizada hoy en día, aunque es antigua, estaba destinada prácticamente a los vinos blancos, pero también se está empleando en la elaboración de los rosados, teniendo sus opositores. Estos defienden el hecho de que una prolongada crianza en barrica con sus lías reduce las características típicas de un rosado de toda la vida: finura y frescura. Particularmente, pienso que hay gustos para todos y vinos para todos los gustos…
La syrah es la única variedad con la que está elaborado este rosado, como ya indiqué anteriormente, la misma con la que se hacen sus tintos que han cogido tanto prestigio en el ámbito nacional (Taberner Nº1, Taberner y Barbazul), siendo la variedad dominante en los coupage (ocupa el 60% de los viñedos), y otorgándoles esa particular personalidad propia en todos sus vinos.
Entrando de lleno en el vino que nos ocupa, llama la atención en primer lugar su preciosa botella, de diseño, alta, estrecha y sin hombros. Está entre las germanas tipo Rihn y las de icewine (como las “Vi de Gel” de Gramona). Totalmente transparente, incluida la etiqueta, con un grabado en relieve del nombre de la bodega, dejando a la vista un precioso color rojo sandía, límpido y lleno de fuerza… te tienta para que la abras. Al descorcharla y escanciarla en la copa, nos muestra su vestido brillante de alta costura… rojo rubí con
tonalidades cardenalicias; me recuerda a los tintos borgoñones de pinot-noir, tremendamente cristalino. En nariz, un abanico de sensaciones placenteras: profundidad y frescura, fruta roja (frambuesas), sandía, nísperos, piruleta, chicle, regaliz rojo… Lo mejor viene en la boca, se nos presenta con fuerza, tiene estructura, es poderosa, envolvente, con recuerdos de fruta roja y piruleta, especiada (propia de la syrah)… aromas intensos y persistentes que te dejan en la lengua cosquillas, con un final algo amargoso y juguetón con recuerdos a tabaco y caucho quemado. Sólo le faltarían taninos para ser un gran vino tinto. Excelente vino rosado, de los mejores que he probado. Llegará lejos, seguro.
Podría ser un vino muy indicado para cenas con mucha gente, ya que es un rosado que por su estructura y complejidad, se adapta bien a muchos tipos de platos (carne, pescado, pasta, ensaladas…). Un vino rosado para pasar estas entrañables fiestas…
¡¡Salud y Felices Fiestas!!
Pues sí que has aguantado con la botella sin abrir... eso tiene mérito. Me alegro que te gustase, pero no, de Barba Rosa no hay magnum. Sólo Taberner y Taberner Nº1. Bueno, y de Barbazul doble magnum. Ahí queda eso: 3 Litros de buen vino de Cádiz.
ResponderEliminarSaludos.
Pena de que no haya magnum de un tipo de vino que suele gustar a más de 2 comensales de una mísma mesa, pero qué se le va a hacer. Salud y vivan los vinos gaditanos!!
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