Hoy os escribo sobre un vino tinto de la Sierra de Cádiz del que tenía ganas de
probar. No es un tinto de los que son poderosos y complejos, lleno de matices y
con una gran profundidad, pero tiene otras aptitudes. Es joven y fresco, pero
con una gran proyección y con una gran cualidad, su transparencia en cuanto a
la concentración de aromas varietales. Y digo proyección porque a mi entender
como procede de vides más o menos jóvenes todavía muestra en boca algo de esa
juventud en forma de rasgos herbáceos, pero seguro de que en futuras cosechas
se conseguirá un vino más entero, ganando en complejidad y estructura, siendo
cada vez más apto para la crianza en barricas de madera. Es el tinto LAS MESETAS 2009 procedente de pequeños
viñedos de la hermosa localidad gaditana de Setenil de las Bodegas, municipio que os aconsejo enormemente su
visita por sus peculiaridades y belleza, tal y como lo certifica su puesto 31
dentro de los pueblos más hermosos y con encanto de España, y su segundo puesto
en los de Andalucía. Está compuesto por un coupage de las tres variedades francesas
universales como son cabernet sauvignon,
syrah y merlot, y no ha sido envejecido o madurado en barricas de madera,
sólo la crianza reductiva (en ausencia de oxígeno) del tiempo de permanencia en
botella.
En la página web de
la tienda gourmet La Cueva del Ibérico,
que vende productos gastronómicos de la Sierra de Cádiz de gran calidad, fue
donde pude ver por primera vez este vino. Y es que Daniel Camacho, aparte de ser el propietario de esta pequeña tienda
setenileña, pertenece a la familia culpable de la existencia de este vino. Es
con él con quien tengo el contacto a través de las redes sociales y el que me
ha hecho llegar esta muestra para catarlo.
En realidad es su padre Francisco
Camacho Gallego y su hermano quienes se ocupan verdaderamente de las labores en
la finca entera, incluidos sus viñedos, que fueron plantados en el 2004 con
6000 vides repartidas a partes iguales entre las tres variedades anteriormente mencionadas,
aunque actualmente son menos, ya que algunas tuvieron que ser arrancadas. Esta
es la segunda cosecha que sacan al mercado de este vino, siendo la anterior del
2008 de mucha producción, propio de viñedos con cepas jóvenes. Al parecer, el
vino es elaborado en Bodegas Regantío
(Arcos de la Frontera) para luego ser embotellado y para que también aporten su
registro sanitario y embotellador para poder venderlo legalmente, ya que
actualmente no disponen de nave embotelladora en su finca para hacerlo a la
francesa “MIS EN BOUTEILLE Á LA PROPIÉTÉ”. Son los comienzos para hacer realidad
un sueño en forma de vino, un proyecto de bodega, ir paso a paso para no
equivocarse, a veces, en condiciones rudimentarias, pero siempre buscando la
calidad y la expresión de la zona, su singularidad. Todo esto se consigue con
el duro trabajo y el amor por el buen vino.
La historia de
Setenil de las Bodegas está íntimamente ligada al vino tal y como su propio
apellido indica “…de las Bodegas”. Os cuento un poco:
Siglos atrás, este hermoso pueblo estuvo rodeado por muchas viñas y producía mucha cantidad de vino para el consumo propio de la población y para los pueblos cercanos hasta que a finales del siglo XIX la mayoría de las vides fueron arrancadas por la mortal filoxera. Eran tierras muy fértiles, apropiadas para la buena agricultura y por consiguiente producía mucha cantidad de uvas. Independientemente de la calidad de sus uvas, que todo se diga antiguamente no se le daba tanta importancia como hoy en día, Setenil era conocido por aquel entonces por sus grandes producciones de vino que fermentaban en tinajas de barro como tradicionalmente se hacía por aquella época en pequeñas bodegas familiares. Es por la existencia de estas pequeñas bodegas por lo que Setenil cogió el apodo de “de las Bodegas” siendo con el paso de los años el apellido o nombre completo del pueblo.
He aquí un claro ejemplo de historia íntimamente ligada al vino, como cito en la frase que define la filosofía de este blog “detrás de un vino siempre hay una historia que contar”, que en este caso es de un vino de Setenil que nos cuenta la historia de su pueblo, un pueblo con mucho vino que demostrar.
Siglos atrás, este hermoso pueblo estuvo rodeado por muchas viñas y producía mucha cantidad de vino para el consumo propio de la población y para los pueblos cercanos hasta que a finales del siglo XIX la mayoría de las vides fueron arrancadas por la mortal filoxera. Eran tierras muy fértiles, apropiadas para la buena agricultura y por consiguiente producía mucha cantidad de uvas. Independientemente de la calidad de sus uvas, que todo se diga antiguamente no se le daba tanta importancia como hoy en día, Setenil era conocido por aquel entonces por sus grandes producciones de vino que fermentaban en tinajas de barro como tradicionalmente se hacía por aquella época en pequeñas bodegas familiares. Es por la existencia de estas pequeñas bodegas por lo que Setenil cogió el apodo de “de las Bodegas” siendo con el paso de los años el apellido o nombre completo del pueblo.
He aquí un claro ejemplo de historia íntimamente ligada al vino, como cito en la frase que define la filosofía de este blog “detrás de un vino siempre hay una historia que contar”, que en este caso es de un vino de Setenil que nos cuenta la historia de su pueblo, un pueblo con mucho vino que demostrar.
Setenil de las
Bodegas está situado en plena Sierra de Cádiz a unos 640 metros de altitud, por lo que los viñedos existentes sufren la
llamada “amplitud térmica” tan
beneficiosa para el vino tanto en viña como en copa. La amplitud térmica es la
diferencia entre la máxima temperatura registrada y la mínima temperatura
registrada en un día. A más altura, más y mejor radiación solar y la amplitud
térmica es mayor. Aparte de ser beneficioso para la salud de la vid, se logran
vinos más aromáticos, más frutales y elegantes, con una coordinación estupenda
entre azúcar, alcohol y fresca acidez, evitándose muchas correcciones “casi
obligatorias” en bodega. Es decir, se consigue maduraciones en la uva más
prolongadas y homogéneas, teniendo mayores aptitudes para envejecer en barrica,
gracias al subidón de acidez y una acumulación de taninos diferente a la de
otros de latitudes más llanas.
El diseño de la
botella bordelesa tira más hacia las marcas clásicas que a las modernas y
muchas veces extravagantes etiquetas que buscan llamar la atención a cualquier
precio. Es cierto que no pasaría en un desfile de “botellas modelo” a la
siguiente ronda, pero eso en estos momentos parece ser secundario, centrándose
por completo en sacar lo mejor de la uva para ofrecernos un producto de
calidad, y en un futuro tal vez piensen en la modificación de la misma.
Centrémonos pues, en el líquido que hay en su interior que es lo verdaderamente
importante:
LAS MESETAS 2009
Cabernet sauvignon,
syrah y merlot a partes iguales.
Vino de la Sierra
de Cádiz, Setenil de las Bodegas (Cádiz).
2500-3000 botellas.
13% alcohol.
4€ aprox. en La
Cueva del Ibérico.
VISTA
En copa es
brillante, rebosante aún de juventud pese a ser del 2009, con un vivo color
rojo cereza de media capa con ribetes morados y ligero en su movimiento.
OLFATO
Ya a copa parada en
la fase olfativa, nos regala un canasto de fruta roja y negra adornada con
perfumes de flores silvestres (violetas). Movemos la copa y sube su intensidad,
exaltada por un alcohol que despunta un poco, al que le falta integrarse,
apareciendo rasgos balsámicos (menta), lácticos, pimienta negra y un fondo algo
herbáceo pero no molesto. Es una “nariz” joven y fresca, pero también amable y
muy correcta que seguro mejorará y ofrecerá más complejidad en futuras añadas.
GUSTO
De entrada es amable
y fresco. En su recorrido es ligero y de acidez impaciente, acompañados por
unos taninos pulidos pero presentes. El dulzor en este vino es muy importante
ya que equilibra la balanza, donde el despunte del alcohol está bien
enmascarado por el mismo. Fruta y balsámicos reinan en esta fase donde aparece
un sugestivo recuerdo a tinta china en el retrogusto.
Un vino para todos
los días, ligero, fresco, sin complicaciones, que expresa juventud y frutosidad
sobre todo lo demás, es lo que debe demostrar un buen vino joven, pero con
buenas pretensiones de mejora, un buen potencial para que en futuras añadas con
una contenida maduración en contacto con buenas duelas de madera aporte más
complejidad y personalidad… un vino con futuro.
Gracias Daniel Camacho. Ya sólo espero visitar vuestra finca y disfrutar de vuestro hermoso pueblo y gente. Hasta pronto!!
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